martes, 27 de octubre de 2009

Antony Gormley en San Idelfonso


Sinceramente, al ver la portada del poster de la exposición, no me daban ganas de ir, y menos que yo no me sentía familiarizado con el nombre Antony Gormley, pero por casualidad pasaba hoy por las calles aledañas a San Idelfonso, y me dí el momento para admirar la expo que se presentaba del artista que antes mencionaba.
Esta portada que menciono es tan solo una escultura figurativa humana, abstraida por su construcción con cubitos, nada inolvidable, x.
Pero al entrar, la primera pieza que se encontraba en la primera sección de la expo, tampoco levantó mis expectativas, era otra escultura figurativa, tirada, con forma de hombre boca abajo, después el personaje de la portada, pero mientras más me adentraba por las salas de San Idelfonso, las piezas individuales empezaban a llamar mi intención cuando de simples esculturas, su acumulación se tornaba a instalación, siendo un montón de balas de plata lo primero que me llamó la atención, y de ahí, una de mis princiales sorpresas: una instalación de rebanadas de pan blanco en una sala de considerables dimensiones, donde un peronaje, de esos que no me gustaron, miraba afuera de la sala, mirando a un igual.
Saliendo de esta sorprendente instalación me encontré con una de las piezas individuales que más me cautivó, una pieza escultórica de alamabre que mucho me recordó a un enjambre metálico; sus cualidades dibujísticas me parecieron de muy buenas cualidades expresivas y a la vez hasta explorativas.
Más adelante nos encontramos con dos instalaciones más, una muy googleada, donde se encuentran varios hombres enterrados de cabeza en el techo, encontrando esta idea más interesante, que la presentación individual de los mismos; y otra de bolas regadas por toda una sala aludiendo a un perro, siendo aquí la distribución, más que la saturación lo que puedo encontrar como factor para la satisfactoria resultante de la pieza.
Tuvimos que pasar a una segunda sección de la expo, donde si se pudiera definir con una palabra a esta segunda sección, podría definirse como "trágica".
Si no mal recuerdo, esta sección solo constaba de 3 piezas: La primera, una continuación a la tan apantallante instalación de pan (según mi ojo chueco), constando esta "continuación" de una línea en el suelo creada por pedazos de pan, alumbrados con una luz lineal, todo en medio de la oscuridad.
La siguiente pieza da pie a esta tragedia mencionada antes, pues finalmente uno de los hombres fuera de mi gusto apareció en medio de esa oscuridad alumbrado tenuemente en medio de la sala, parado firmemente envuelto en lo que parecía óxido, creaba un espacio increiblemente personal (para haber sido un lugar público), donde al entrar al espacio, trágicamente te encontrabas con una parte tenebrosa de tí mismo, el impacto de encontrar a esa figura en la oscuridad pudo haber sido el elemento cumbre de la expo, aún no habiendo conocido la pieza final de esta segunda sección.
Luego de pasar por esta persona que remitía a la tragedia personal, un empleado de San Idelfonso, nos pidió que tuvieramos cuidado al entrar a la última parte de esta segunda sección, francamente lo creí exagerado, pero ustedes saben como es la gente de los museos. Pero nada de esto fue en vano al caminar un trayecto como de 4 metros en total oscuridad, para finalmente entrar a la pieza que define a la exposición en su totalidad:
De pronto me ví dentro de un inmenso espacio en medio de la negritud del mismo, donde un objeto tridimensional, que bien podía haber sido la conjunción de lineas dibujísticas para delimitar un espacio en algún programa para la creación 3d, llenaba la sala, y creaba la magnanimidad de la pieza. Y finalmente dentro de la misma, me encontré en el climax de esta tragedia que la expresividad de las piezas me proyectó, y fue ahí cuando había quedado del todo satisfecho; así pues, nada de lo que siguiese me quitaría el asombro y la perplejidad que esta instalación fluorecente dejó en mí.
Finalmente la última sección, dedicada a la gráfica de Gormley, tan solo me deja ver que pudiesemos encontrar como factores cumbre el valor dibujístico y el gusto por los altos contrastes, pues en cuanto a contenido, pese a su tendencia hacia el minimalismo, no dejó una impresión ni cerca de similar a lo que la sección pasada me había regalado.
En resumen, es gratificante que, cuando las expectativas de algo son bajas, al final de encuentras inmerso en una realidad ajena que no deja otra cosa que la sorpresa y la admiración como resultado final.
Talvez si después de todo alguien me preguntara qué pieza hubiera podido bien sustituir al "hombre de los cuadritos", bien hubiera podido ser o la instalación de los panes o la instalación de los hombres en el techo. La pieza que más me gustó, para saborearla como yo lo hice, se debe prescenciar dentro de ella, y no en la vanalidad y frialdad de una fotografía.

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